Por Víctor Fausto Soto Durán*
Definitivamente, con lo que pasa en el ayuntamiento de Navojoa, toda capacidad de asombro ha quedado ampliamente rebasada. El desgarriate interno y el descarado manoteo son peores de lo que ha venido ventilándose. Desde el llamado “Valegate”, por ejemplo, ya había salido a relucir el nombre de Irving, el hijo incómodo de la alcaldesa Chayito Quintero, como uno de los principales involucrados en el desfalco de gasolina cometido contra la comuna, pero de rozón se mencionó también a su padre, el profesor Francisco Escoboza, aunque de cierta manera las sombras de la complicidad alcanzaron a cubrirlo. Del chamaco también se supo que, además, tenía (y tiene) las manos metidas hasta las axilas en el Organismo Operador del Agua, tomado como caja chica y como incubadora de jugosos negocios a través de las proveedurías.
Desde el momento en que se dio el levantón de faldillas con evidencias y pelos y señales –muchas aportadas por “Polito” Lara, dirigente sindical de Oomapasn-, la alcaldesa puso el grito en el cielo, se llamó ofendida hasta el tuétano y casi pedía misas de desagravio para bañar a ambos en agua bendita. El marido en específico, casi resultaba ser un santo según la presidenta municipal, un modesto y honrado profesor jubilado que hace verdaderos milagros estirando su raquítica pensión. Sin embargo, con el paso de los meses ya pesar de los baños de pureza, las cosas empeoraron debido al grado de cinismo que siguieron desplegando madre e hijo, pues vinieron otras sacudidas en Oomapasn y más de un involucrado reiteró las acusaciones: en la paramunicipal, Irving Escoboza es una especie de Mirrey plenipotenciario que quita y pone directores generales y administrativos, sobre todo si no $$$satisfacen sus exigencias. En cuanto al príncipe consorte, todo hubiera quedado en un raspón, de no ser porque ahora el ex director administrativo de Oomapasn, Luis Arturo Muñoz Contreras, lo desnudó públicamente como franco y directo operador de los trinquetes de su esposa.
Entrevistado en La Mejor 103.3, el hombre que apenas calentó la silla en el organismo, denunció algo gravísimo que por lo menos debería derivar en una investigación seria y a fondo sobre “el profe Pancho”, como se le conoce: que cuando Muñoz apenas hacía antesala para tomar posesión del cargo, descaradamente le pidió mochada de ¡400 mil pesos mensuales! ¿Cuál sería el destino de ese dineral? Muñoz narró que, como la cosa más natural del mundo, el “honrado jubilado” le explicó que era para integrar un fondo que la maestra necesita “para lo que se ofrezca” más adelante en la política. Al parecer tampoco eran las primeras danzas del “profe Pancho” o algún otro enviado en esos lodazales, pues según Muñoz, a su antecesor León Isaac Mora la familia imperial le tenía fijada una cuota de 300 mil pesos mensuales.
“Cuando entré me la subieron a 400 mil, no la pagué y de ahí se vino el problema”, dice el ex administrador sobre el encontronazo que lo dejó fuera del organismo y todavía bajo la amenaza que le lanzó el nefasto Jesús Guadalupe Morales Valenzuela, de que lo procesaría por peculado. Los ladrones correteando a los acusadores, con la desvergüenza añadida del infumable poeta, que mantiene en la nómina del organismo a su hermano José Luis Morales, con una jugosa aviaduría de 10 mil pesos mensuales. Muñoz dice tener las pruebas necesarias para echar abajo cualquier cargo que le quieran imputar, desde un pago de casi 30 mil pesos a “Polito” Lara, ordenado y depositado por Morales Valenzuela, hasta la falsificación de su firma en vales de gasolina expedidos cuando él ya estaba fuera de la paramunicipal.
Con esas amenazas y esas supuestas irregularidades, dice Muñoz, quieren hacerle de agua el finiquito que le corresponde por ley. Gravísimos los señalamientos del ex funcionario, porque evidencian que el hijo incómodo tuvo a quién sacar, compartiendo el mismo y descarado modus operandi. Pero no sólo de eso habló Muñoz… ¡Al diablo la salud! Muchos puntos más tocó Luis Arturo Muñoz, algunos suficientemente ventilados y plasmados en las denuncias que sobre la alcaldesa y la familia imperial están en proceso, pero uno en especial habla del desprecio de Chayito Quintero por los navojoenses. Marrullera e hipócrita como siempre, la alcaldesa justificaba la escasez o la total ausencia de agua en vastos sectores de la ciudad dizque por la realización de obras, cuando lo cierto era que el suministro lo cortaban los dueños de dos pozos rentados, por la falta de pagos. Hubo algo peor todavía, pues Muñoz recuerda que allá por el mes de enero, y con Oomapasn atascado en deudas, se quedaron sin cloro para sanitizar el agua, precisamente porque el proveedor de cabecera dejó de surtirlo debido a que se le debían 3.5 millones de pesos. Enterada Chayito Quintero del problema y de la alternativa de buscar a otro proveedor, se aferró a seguir con el mismo, tomando además la irresponsable decisión de mantener el suministro de agua ¡sin una gota de cloro! Fue más de un mes, recuerda Muñoz, el tiempo que Oomapasn distribuyó agua “totalmente sucia”, en una actitud criminal que puso en grave y criminal riesgo la salud de todos los navojoenses. De ese pelo, estimado lector, la falta de respeto y el desprecio con los cuales se conduce la alcaldesa hacia los ciudadanos, aunque de dientes para afuera se dé golpes de pecho de que se desvive por ellos. ¿Qué más faltará por conocer en medio de tanta podredumbre?
*Víctor Fausto Soto Durán es periodista con más de 30 años de experiencia y Director General de Semanario Agenda Política.
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