Por Dr. Gildardo Linarez Placencia
En estos días han estado saliendo una serie de fideicomisos con fines totalmente alejados de la realidad nacional y para beneficiarios a servidores públicos, olvidándose por completo de la función social del gasto de un estado. Además, hemos visto cómo empresas privadas se han beneficiado exageradamente de los fideicomisos sin reportar retornos al pueblo mexicano. Y seguramente seguirán saliendo muchas irregularidades en las siguientes semanas, que mantendrán vivo el debate sobre el tema. La noticia de la supuesta extinción de los fideicomisos ha puesto el tema en boga. Una parte de la población ve con malos ojos la medida por la preocupación que la ciencia, tecnología, salud, seguridad social y demás obligaciones del estado no sean atendidas por la falta de recursos.
Y es precisamente ahí donde el actual gobierno tendrá que hacer su tarea informando en medios alternos sobre el uso de esos recursos, para que la población vea que efectivamente se le dará el mismo o un mayor beneficio al combatir ferozmente la opacidad y desvío del dinero público. Cuando se administran los recursos de un país que presenta una profunda y marcada desigualdad, obligadamente se tiene que ser eficiente en la administración de recursos, sobre todo cuando nos encontramos en medio de una crisis global por una pandemia. Es tiempo de cambios profundos, pero también de exigencias y de resultados.
La escuela en la "nueva normalidad"
La noticia tan esperada por fin llega: “Ya tenemos un estado en color verde”. Así es, Campeche es la primera región del país que logra recuperar su "normalidad", pero al mismo tiempo las dudas asaltan a la población sobre cómo será la "nueva normalidad" y en especial sobre el funcionamiento de la escuela. La escuela mexicana ha reaccionado a la pandemia conforme ha podido. Desde el uso de redes sociales como medio de comunicación con los alumnos y padres de familia hasta el uso de la crítica estrategia del televisor. La realidad es innegable, los aprendizajes no son los esperados por la premura de las medidas y sobre todo por la falta de infraestructura y de recursos para lograr implementar la educación a distancia.
El propio secretario de Educación ha dicho hasta el cansancio que las escuelas deben permanecer cerradas para toda la actividad hasta que no estemos en verde, por el alto grado de riesgo que representan para la sociedad mexicana. Sin embargo, varios actores sociales y políticos tienen una tremenda urgencia porque la escuela reabra sus puertas, basados en supuestos intereses de aprendizaje proponen verdaderos disparates disfrazados de soluciones creativas para reanudar las clases presenciales. Como siempre, en nuestro amado México se busca importar medidas de éxito de otras latitudes. Tal es el caso de la propuesta de un regreso parcial de los alumnos a clases, que buscaría disminuir los riesgos de contagio. La anterior propuesta, debería tener lógica si cada docente tuviera uno o dos maestros auxiliares como es en otros países, pero pretender que un profesor de una clase presencial a una parte de sus alumnos ya otra parte de manera virtual y simultánea es una idea que solo va a generar un mayor atraso en el cumplimiento de los objetivos de aprendizajes.
Desde el punto de vista pedagógico y didáctico representaría una baja en el aprovechamiento de contenidos. Según estudios internacionales en materia educativa, un niño de educación básica en un grupo pequeño debería tener hasta 40 contactos diarios o exposiciones al virus, mismo que en caso de contraerlo lo llevaría a su respectiva familia y la situación se agrava con el dato de que en México uno de cada tres estudiantes tiene contacto directo con una persona adulta mayor vulnerable. Por lo anterior, se debe respetar el planteamiento inicial de regreso a clases hasta que el semáforo esté en verde con cero casos en los últimos 15 días, y por mientras se debería seguir con clases en línea.
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