Ananias, de Ana Luisa Beltrán, fue la pieza que sirvió como preámbulo para la edición 29 del Festival Internacional Un Desierto Para la Danza 2022.
Dos mujeres están sentadas, una frente a la otra. Una mujer viste falda negra
con motivos florales. La otra mujer, un vestido blanco hueso. Una es morena. La
otra peliroja. Es como un espejo de antónimos. Se trata de la obra de Ananias,
dirigida por Ana Luisa Beltrán e interpretada por ella misma y Sofía Rodríguez.
Las dos mujeres se mueven como efecto espejo, mímesis, como intento por entablar ese puente comunicativo. En primera instancia parece no funcionar. Ambas se desesperan, resoplan y se alejan, pero siempre vuelven. Dan vueltas en círculos, se mueven por el piso. El cuerpo tiene su correlación con el cerebro. El lenguaje no siempre es verbal. Y quizá, como decía William Burroughs, la mayoria de las veces, es un virus. Por eso la búsqueda de lenguajes alternativos: el baile.
El movimiento perpetuo de los cuerpos. Se vuelven a sentar. Y entonces empieza
el zapateado. Una especie de código morse. Onomatopeyas: pam, pam, pum. Regresa
el sonido: pam, pam, pum. Se levantan ahora y una música límitrofe con el
flamenco se apodera de la escena. Quedan de frente, la una con la otra. Se han
comunicado. No importa sus pasados, sus diferencias. Se han comunicado.
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