Recientemente, en un reservado del restaurante el Quiriego, este panista se reunió con Vicente Terán y su hija Paloma, con quienes pactó a cambio de una candidatura en Agua Prieta. No pocos integrantes del Congreso del Estado, y algunos de quienes tienen relación con este poder, me han enterado de la capacidad política y elevado nivel de persuasión de la legisladora y dirigente Paloma Terán Villalobos. Recibí estas referencias no pedidas, luego de cuestionar la propaganda que la diputada difunde con pretexto de su primer informe de actividades legislativas.
A Paloma María, la Mijita Terán, la consideré insensible, desvergonzada y frívola. Y lo sostengo. Esto, por su sistemática indiferencia frente a la violencia que prevalece en los municipios, pese a la responsabilidad que le corresponde como presidenta de la Comisión de Seguridad Ciudadana. ¿O qué ha hecho o dicho sobre los cientos de homicidios dolosos, los feminicidios, lo que ocurre en Caborca, San Luis Río Colorado, Guaymas, Empalme, Cajeme? Pues bien, tengo información para reforzar los conceptos que sobre ella se tienen y, en lo particular, me he formado.
Y es que, con esa reconocida habilidad para lo político, no en lo legislativo, menos para demostrar empatía con la sociedad; Paloma Terán se concentra en sumar militantes y simpatizantes al Partido Encuentro Solidario, PES. Así le pasó al ex deportista y ex candidato panista Luis Alberto Rivera Morales, quien cayó rendido en los brazos de la familia Terán. El miércoles pasado, en un reservado del restaurante el Quiriego, Luis Rivera se reunió con Vicente Terán y su hija Paloma, con quienes pactó a cambio de una candidatura en Agua Prieta.
Luis Rivera, prácticamente vendió su alma al diablo y puso en manos del Mijito la pulcra carrera deportiva y política que había construido, pese a que en un par de ocasiones no ha logrado el objetivo electoral. Será muy curioso ahora verlo hacer campaña al lado de los Terán, convertido en todo un Mijito, cuando a esta misma familia endosaba las más indecibles prácticas de corrupción y nepotismo desde el gobierno municipal.
Luis Rivera, así como el otro ex panista Ernesto Munro, son el reflejo de la decadencia política. No compiten por ideales o valores, para distinguirse con méritos propios y en base a disciplina y perseverancia, como ocurre –precisamente- en el deporte. Luis Rivera, como Kiko Munro, al parecer ven en Vicente Terán un personaje abominable que inician combatiendo desde la oposición, pero que en el fondo admiran por lo que abrazan sus métodos y ahora hasta toman como ejemplo para sus propias familias. Tan respetable, como incongruente y penoso.
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