Por Arturo Clark López
Comprar la refinería de Deer Park en Texas ha sido la mejor decisión económica que ha tomado el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). La operación ya es considerada una de las más exitosas en el mundo de los negocios energéticos porque no sólo fue una buena idea, sino que además AMLO tuvo suerte: el Gobierno de México esperaba recuperar su inversión en un muy favorable lapso de 8 años y a consecuencia de la guerra en Ucrania (que disparó los precios del petróleo), ahora en menos de un año recuperará su dinero. Ese sí es logro. Ese sí es inobjetable. Ese sí lo puede presumir. Y al comentarlo no necesita manipular ni mentir. Mientras la refinería de Dos Bocas sólo le ha dado problemas, ya duplicó el costo prometido de construcción, ya se retrasó en su puesta en funcionamiento, apenas se volvió a inundar hace unos días y no parece que vaya a refinar un solo litro de petróleo en este sexenio, la refinería de Deer Park es eficiente, no se inunda, en el momento de la operación de compra ya estaba refinando y a lo grande, y por el repunte en los precios del crudo ha disparado la utilidad -en números gruesos- de 5 a 30 dólares por barril.
Encima, Deer Park sí contribuye al objetivo obradorista de mejorar la autosuficiencia energética del país (no son exactamente los mismos barriles, porque la refinería se nutre de muchos tipos de crudo, pero en los libros el saldo abona a la mentada autosuficiencia). Con todos estos datos sobre la mesa, hubiera sido mucho mejor idea comprar más refinerías en operación en vez de meterse a la interminable -y corrupta- aventura de Dos Bocas. De hecho, era tan buena idea que ya no hay refinerías en el mercado. Deer Park entró en un programa de venta de varias refinerías que realizó la mega transnacional Shell, presionada para reducir su huella contaminante. Con el dinero de Dos Bocas, México pudo haber comprado 16 refinerías como Deer Park.
Lo que no le va a gustar aceptar al Presidente de México es que la operación financiera para quedarse con Deer Park es profundamente neoliberal. Orgullosamente neoliberal. Tanto, que al propio director general de Pemex, Octavio Romero, se le complicó entenderla, la explicó mal en la mañanera y los números no le salieron. Si este Presidente no se hubiera dejado gobernar por sus prejuicios, estaríamos en otro lado.
Esto, debido a que México, a través de Petróleos Mexicanos (Pemex), compartía las operaciones con la empresa Shell Oil Company. Y es que la operación de compra-venta fue reconocida a nivel mundial como una de las más exitosas en el ámbito energético. Pero aunado a ello, destacó, la suerte también habría beneficiado al Jefe del Ejecutivo tras el estallido del conflicto Ucrania-Rusia, el cual provocó un incremento en el costo del petróleo.
Incluso, esta refinería ha aportado más a la autosuficiencia energética obradorista, que el propio mega-proyecto de la Cuarta Transformación (4T) en Dos Bocas, en Tabasco. Cabe recordar que la también llamada refinería Olmeca se ha visto envuelta en diversas controversias, tales como las inundaciones que ha sufrido al interior de sus instalaciones; el sobrecosto de casi 400 mil millones de pesos y que López Obrador aceptó, o su inauguración oficial pero sin entrar en operaciones inmediatas. Con dichas pruebas fue que Loret de Mola reprochó a la actual administración por haber enfocado esfuerzos y recursos a “la interminable y corrupta aventura de Dos Bocas”, en lugar de optar por la compra de refinerías en operación. Sin embargo, atajó, los prejuicios de Andrés Manuel frenaron el potencial energético de la República mexicana.
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